13. may., 2013

MAESTRO DE FE Y VERDAD

En prácticamente todas las disciplinas del saber humano, ha habido hombres y mujeres a los cuales se les llamó: “Los Grandes Maestros”.
Algunos por ser innovadores y creativos en su campo, crearon nuevos estilos o escuelas que revolucionaron lo aprendido hasta ese momento.  Por ejemplo en el arte,  la ciencia y la tecnología.
Hoy son admirados y son referentes a las nuevas generaciones, pero muchos de ellos, en su momento fueron muy resistidos.  En algún caso perseguidos y llevados a la hoguera. Porque la ceguera de la religión organizada decidió que ese “saber” era una amenaza para el sistema de creencias de aquel entonces.  Luego  de cientos de años tuvimos que asistir a la reparación histórica de esos hechos.
Jesús.
Aunque él no vino  a abrogar la ley sino a cumplirla, la aplicación de “La Verdad” distaba de la que ejercían los líderes religiosos de su tiempo.  Fue ayer y aún hoy es así, que se convirtió en una pesadilla para ellos.  Todo el sistema se tambaleaba ante la autoridad de su saber y enseñanza, su vida sencilla  apegada al mandamiento, siguen diciendo que él es: “La Palabra hecha carne”  El ejemplo vivo de una enseñanza que se lee ya no en un papel sino en el diario vivir.  Atacó la hipocresía  de esos maestros que ponían cargas sobre la gente que ellos no tocaban con un dedo.
Jesús los comparó con sus padres, que perseguían y mataban a los profetas y apedreaban a los que eran enviados a ellos.  S. Mateo 5.  12; 23.  37.
S. Pablo.
Entendía que él era “Maestro de Fe y Verdad” amén de predicador y apóstol de los gentiles.  1ª Timoteo 2. 7; 2ª Timoteo 1.  11.  Pablo menciona entre tantas cosas que tuvo que pasar (Segunda Corintios once) la oposición ya no contra lo que enseñaba  sino contra su propia persona: “Quita de la tierra a tal hombre, porque no conviene que viva”  Hechos 22.  22.
Algo muy serio.
Por eso no es extraño que Dios haya sacado a sus siervos de en medio de ellos.  Es algo muy serio cuando Dios saca a sus profetas y maestros de en medio de sus hijos.  En la historia sagrada eso se ve como una calamidad:
“No vemos ya nuestras señales, no hay más profeta, ni entre nosotros no hay quien sepa hasta cuándo”.  Salmo 74.  9.  En otro momento Dios quitó a sus maestros y no había quien guíe o enseñe.  Isaías 30.  20.  A este pueblo lo sucedió una verdadera tragedia, ser entregados a los deseos de su propio corazón.  Seguían los dictados de su mala conciencia. 
Cuando la gente no quiere oír la verdad, viene un espíritu de error.  Se amontonan “maestros” de acuerdo a sus propias concupiscencias con doctrinas de demonios.  Hay gente desesperada por oír algo nuevo, como los atenienses.  Para saber si van bien en la vida tienen que oír profecías, la Biblia no les alcanza, y no porque la profecía inspirada esté  mal, es la negligencia de ésos oidores en leer y estudiar La Profecía más Segura. 
Un privilegio, un regalo de Dios.
Haber crecido espiritualmente al lado de un maestro, como Pablo, educado a los pies del sabio Gamaliel, es un verdadero privilegio.  La identidad, la solidez, que otorga saber que lo que decimos, es lo que hemos aprendido de personas aprobadas por Dios además de académicamente, eso no tiene precio.  Tenemos que dar gracias a Dios por los profetas y maestros que Dios ha levantado en nuestra Nación.
Los maestros nos enseñan y nos perfeccionan.  Efesios 4.  11.  Pero son sus vidas las que más enseñanza dejan.  Son grandes maestros de piedad, de humildad, de abnegación, de entrega, de integridad, de sinceridad, de generosidad, son maestros de fe y verdad.  San Pablo, pide que a estos hombres se los cuide de manera especial.  1ª Timoteo 5.  17.

“Procuró el predicador hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabra de verdad.

Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un pastor.  Eclesiastés 12.  10, 11.

(La Voz desde el Muro)Cta.past

J.J. Ch..