10. jun., 2013

¿A QUE PRECIO?

Hay un dicho popular que dice: “Todos las personas tienen un precio, solo hay que encontrárselo”  Este dicho pretende decir que todos somos vendibles y comprables.  Que los principios morales o espirituales terminan cuando la oferta es tentadora.  En los capítulos veintidós y veintitrés del libro de Números se encuentra la historia de Balaán que negoció el ministerio (vs16 "Los cuales vinieron a Balaam, y le dijeron: Así dice Balac, hijo de Zipor: Te ruego que no dejes de venir a mí;17 porque sin duda te honraré mucho, y haré todo lo que me dijeres; ven, pues ahora, maldíceme a este pueblo. 18 Y Balaam respondió, y dijo a los siervos de Balac: Aunque Balac me diese su casa llena de plata y oro, no puedo traspasar la palabra del SEÑOR mi Dios, para hacer cosa chica ni grande...

...20 Y vino Dios a Balaam de noche, y le dijo: Si vinieren a llamarte estos varones, levántate y ve con ellos; pero harás lo que yo te dijere."). Moisés lo define como un profeta alquilado. Deuteronomio 23.  4.  Dios ha permitido que historias como esas hayan quedado escritas para nuestro ejemplo.  1ª Corintios 10.  6("Pero estas cosas fueron hechas en figura de nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron.")

La bendición a la venta.
Hay gente que no se da cuenta del tremendo privilegio que Dios les da al bendecirles.  Muchos han sido honrados por Dios al ponerlo en lugares claves en el ministerio.  Esaú por ejemplo, tuvo en poco la primogenitura y la negoció con su hermano quien a pesar de ser un usurpador; amaba la bendición. ¿Para qué me sirve la primogenitura? Dijo Esaú.  Y la negoció.  Génesis 25.  32;  Hebreos 12.  16, 17.
Hubo quienes perdieron su única oportunidad; Esaú, Coré, Datán y Abiram, que se rebelaron contra los siervos de Dios.  También Acán, Saúl, Judas, Safira y Ananías, por citar algunos de los más tristemente célebres.  La Biblia dice que: “Aquel que está en honra y no entiende es peor que las bestias que perecen”.  Salmo 49.  20.

Vender la victoria.
Para Josué y para su ejército la victoria de la próxima batalla estaba asegurada, pero algo anduvo mal y fueron derrotados.  Un hombre (Acán) quebrantó el mandato de Dios por su codicia y se quedó con el manto de la maldición, el oro y la plata.  Josué 7.  5, 21.  Y trajo desgracia al pueblo.

Vender al Maestro.
Jesús no llenaba las expectativas de Judas, y él, decidió por lo tanto venderlo, esto ya había sido profetizado.Zc 11:12; S. Mateo 26.  14 – 14.

Perderlo todo, un mal negocio.
La rebelión de Coré deja claro cuánto puede perder una persona cuando se sale de lo establecido por Dios.  Número 16.  9, 10, 13-14, 24 – 30. (30 "Mas si el SEÑOR hiciere una nueva cosa, y la tierra abriere su boca, y los tragare con todas sus cosas, y descendieren vivos al infierno, entonces conoceréis que estos hombres irritaron al SEÑOR.")

Un negocio no bueno, el de las apariencias.
Lo que deseamos que otros piensen acerca de nosotros.Lo que pensamos acerca de nosotros mismos.Y lo que sabemos que realmente somos. Hechos 5. 1 – 4.

Tanto seso y tanto sexo.
A veces pensamos que una persona sabia no debería cometer errores tan visibles aún para las personas menos observadoras, pero el principio de la sabiduría es el temor de Dios, y eso es lo que perdió Salomón, sus mujeres le torcieron el corazón y terminó adorando ídolos.
1º Reyes 11.  4. 
Cuando algo sale de su órbita se desborda y es como un río que sale de cauce arrasando con lo que encuentra.

Una actitud diferente.
El que pierde su vida por causa de Cristo la ganará, S. Mateo 13. 44 – 46.  Hay victorias que tienen sabor a derrota y eso es lo que nos enseña Jesús sobre el que quiere “Salvarse” así mismo.  Si recompensas recibimos, debe ser al modo de Dios quien sin que lo pidamos nos promete hacerlo.  Dios no queda deudor a nadie.

El pago debe venir de Dios.
Nosotros lo hemos dejado todo dice Pedro.  Veamos que le responde Jesús. S. Mateo 19.  29, 30."Y no cualquiera que dejare casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces tanto, y la vida eterna tendrá por heredad. 30 Mas muchos primeros serán postreros, y postreros primeros."
Nadie cierra la puerta o apaga la luz al servicio de Dios y que Dios quede deudor.  Malaquías 1.  10."¿Quién también hay de vosotros que cierre las puertas o alumbre mi altar de balde? Yo no recibo contentamiento en vosotros, dijo el SEÑOR de los ejércitos, ni de vuestra mano me será agradable el presente."
Cristo pagó un alto precio por nuestra salvación, nos compró para Dios el Padre con Su sangre preciosa.  Pero no estamos en alquiler, ni estamos a la venta. El ministerio no está en alquiler ni está a la venta.  Sepamos valorar una salvación tan grande y el enorme privilegio de ser colaboradores de Dios en esta,  la Obra más grande y gloriosa que jamás nadie haya imaginado.

JJCh

REFLEXIONES:
"Podemos ver nuestro trabajopara el Señor, nuestro ministerio aquí, de dos maneras:
1. Como un empleo, y finalmente cansarnos, amargarnos y no recibir recompensa alguna ante el Tribunal de Cristo. O
2. Podemos verlo como el privilegio que tenemos, de llegar a muchas vidas. Con cada alabanza que levantamos en público, con cada mensaje de la palabra que predicamos, con cada reunión que organizamoscon cada testimonio personal y demás cosas que podemos hacer aún (evangelismo expansivo), estamos formando parte determinante de lo que Dios está haciendo para tocar las vidas que Él ha ordenado alcanzar con nuestro ministerio."
Así pues,... no vamos a permitir ser llevados por un espíritu que ....
- No nos permita valorar la bendición de servir al Señor.
- No nos impida ver la victoria que ya alcanzó el Señor en nuestro servicio.
- No nos embauque para desobedecer a Nuestro Señor.
- No nos engañe respecto a la recompensa que ya tenemos preparada en el Juicio Final.
- No nos confunda en nuestros motivos: agradarnos, agradar a los demás, o en agradar a Dios.
- No nos extravie del temor de Dios, para así beneficiarnos de su sabiduría.
- No nos relaje en nuestra actitud firme de mantener nuestro compromiso con nuestro llamado.
- No nos permita descansar en la fidelidad del Señor en su provisión.