14. abr., 2014

UNA PRÁCTICA MINISTERIAL MAS HUMANA

En el tratamiento y recuperación de personas en crisis, están los profesionales que son expuestos a exigencias extremas.  Dentro de esta categoría, están muchos ministros del evangelio.  Se usan dos palabras en inglés que definen diagnósticos: “Worn out” (Gastado) y “Burn out” (Quemado).  Es muy frecuente hallar siervos de Dios desgastados física y mentalmente.  Otros, que finalmente deciden dejar el ministerio por que se “Quemaron” es decir, ven gente y entran en pánico, o ven un problema y escapan. El alto nivel de estrés actúa como un disparador de enfermedades latentes que se manifiestan gravemente.

¿Qué es lo que nos acontece para llegar a extremos así?  Sin querer decirlo todo, vale mencionar algunos aspectos: El esfuerzo sobre humano de querer hacer más de lo que se puede y se debe.  No delegar, por ejemplo. Por un sentimiento de inseguridad querer controlarlo todo, en otro. Que la tarea pastoral, especialmente, se ha vuelto cada vez más compleja y agotadora.  La sociedad ha ido cambiando y no se puede negar la descomposición moral que afecta a todos los niveles de la vida.  La alta competitividad que existe en el ministerio.  El servidor de Dios está cruelmente obligado a dar una talla para la que no está preparado, porque los modelos de éxito le han puesto el “listón” muy alto y no pocos desfallecen en el intento.  Un sentimiento de derrota acude concurrentemente sin poder evitarlo.

Cuidar de la familia, velar por la economía y la educación de los hijos ya exige bastante dedicación y tiempo, en cantidad y calidad. Es como si las exigencias a las que estamos expuestos están a una escala industrial y no a una escala humana. ¿Quiere Dios que estemos así?  Nuestras agendas, ¿Son realmente la voluntad de Dios? Es triste decirlo, pero dentro del ministerio, si no velamos, nos vamos deshumanizando poco a poco. 

Luego, el trato que nos damos a nosotros mismos, es el mismo que le damos a otros colegas que invitamos a reuniones de iglesia.  En sumatoria, día tras días a lo largo del año, el nivel de esfuerzo es altamente destructivo. Hay que humanizar el ministerio.

¿Cómo ser y qué hacer en el ministerio en forma efectiva?
Necesitamos defender nuestro tiempo a solas con Dios.  Es allí en donde se nutre y fortalece nuestro ser en forma integral.  Ser llenos del Espíritu Santo en el presente continuo de la expresión.  Veamos a nuestro mayor ejemplo, tanto para la vida como para el ministerio.

Cristo mismo pasó antes que nosotros por las tentaciones y las presiones del ministerio. El escritor nos dice el ¿Para qué? Para venir a ser misericordioso  y fiel sumo sacerdote por lo cual es poderoso para socorrernos. Hebreos 2. 17, 18.

El sacerdote es constituido a favor de los hombres, se tiene que mostrar paciente con los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está rodeado de debilidad.  Hebreos 5. 1, 2.

Cristo, (Con temor reverente) ofrecía al Padre; ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas.  Este es el modelo de comportamiento ante cualquier situación.  Hebreos 5. 7 – 9. Y, el aprendizaje y perfeccionamiento para la obediencia, vino por medio de la aflicción.  Hebreos 2.  10.

Digamos que; ser y hacer así, es tener; un corazón conforme al corazón de Dios.  Es decir; un corazón de  Padre.  Quien tiene un corazón así, hará todo lo que Dios quiere.  Hechos 13.  22.  Y va llevar a todos en intercesión, tal como Cristo lo hace hoy.  Hebreos 7.  25; Romanos 8. 34.

Hay ministros que sirven en lugares inimaginables, son tan malas las condiciones humanamente hablando que podrían descorazonar al mejor.  Con todo, sirven al Señor con abnegación.  Al igual que a Moisés, se les pide pastorear en medio de la nada.  Salmo 136.  16.

Resumiendo.  Debemos dar respuesta a las demandas de Dios prioritariamente.   Eso es;  ordenar nuestras prioridades.  Si Dios está primero, todo lo demás se irá ordenando.  Familia, trabajo, iglesia, en fin; todo se ordena buscando al reino de Dios y su justicia.

Quejarse de la gente, quejarse de los colegas, quejarse de lo que “nos tocó” no nos dará resultados saludables.  En estos tiempos Dios y la gente hallarán lo que buscan en cuanto a lo que debemos hacer, si nos encuentran dando tiempo al Señor.  A su vez, intercediendo por la gente que se nos ha confiado. Llenarnos de paciencia y misericordia con la gente que vive un extravío generalizado. Delegando tareas en nuestros colaboradores y confiando al Espíritu Santo por el pastoreo general de la obra.  El control, lo tiene el Señor.

 J. J. Ch

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