9. sep., 2014

GESTORES DEL CAMBIO

El tiempo de los Jueces, nos dice la Biblia; fue un tiempo de caídas y levantadas para el pueblo.  Algo similar ocurre en nuestros días prácticamente en todas las áreas de la vida de una Nación.

El capítulo seis, siete y ocho de Jueces, nos da un panorama bastante claro del cuadro de situaciones en el que Gedeón tuvo su participación histórica.  Veamos lo siguiente:

• Los herederos de la Tierra Prometida, estaban viviendo en cuevas y cavernas en un estado lamentable.
• Cuando la tierra producía en abundancia y la ganadería prosperaba; entonces venían los enemigos del pueblo y se llevaban todo el resultado de su trabajo.
• Este asedio constante, producía pobreza y dolor a los ya marginados trabajadores.

Es entonces cuando se levanta un clamor social, pero en vez de manifestar su descontento en las calles, esta gente clamó por la intervención sobrenatural.  Pidieron a Dios la tan esperada y urgente ayuda.

También era necesario que se levantara un nuevo liderazgo, que fuera parte del dolor y del sudor con el cual vivía todo el pueblo: No alguien que vive como si no perteneciera a este planeta.  Entonces el Señor levanta a Gedeón y junto con él a aquellos que traerían mediante la ayuda divina, el cambio anhelado.

El liderazgo debe estar plenamente convencido que el cambio es posible a pesar de las imposibilidades.  Dios trabajó con Gedeón principalmente para que no le cupiera duda respecto al éxito de la empresa a la cual lo estaba enviando.  Debemos asumir la tarea con una mentalidad vencedora. Tal y como lo dice Apocalipsis 6.  2. “Salió venciendo para vencer”.

Antes de ver un cambio substancial, hubo que derribar los altares de la idolatría.  Los constructores del hambre y la miseria, enseñan su doctrina y erigen sus ídolos de pies de barro.  Los ídolos vivos o muertos son los autores del caos.

¿Cuánta gente se necesita para ver un cambio?

En el caso de Gedeón, había alrededor de treinta y dos mil convocados, pero anunciaron que los que temían y que temblaban ante el desafío, madrugaran y se volvieran a sus casas. ¡Cuesta creer! Se volvieron veintidós mil de ellos.  Hay que pensar en el vacío que provocó la marcha atrás de tantos, el impacto mental desalentador para los que quedaron.  Siempre los que retroceden afectan a los que van a adelante.  Pablo, el apóstol del Señor dice: “Nosotros somos de los que no retroceden”.  Y el Señor dice: “El que retrocede no agradará a mi alma”.  Este no es tiempo para retroceder, no hay lugar para cobardes, timoratos o tembladores.

Dios probó previamente a los que escogió como aprobados para la magna tarea.  De los diez mil que habían quedado, solo trescientos fueron escogidos.  El resto dobló las rodillas ante la necesidad.  Dios tiene gente que no dobla la rodilla ante nada ni ante nadie, solo doblan sus rodillas ante el Señor. En los días del profeta Elías, había siete mil rodillas que no se habían doblado ante el ídolo y cuyas bocas no lo besaron.

La historia muestra que grupos minoritarios fueron los que instalaron un nuevo paradigma y cambiaron la historia. Jonatán dijo: “No es difícil  para Dios salvar con muchos o con pocos”.  1º Samuel 14.  6.

Los grandes avivamientos espirituales empezaron con unos pocos que estaban sedientos y hambrientos de Dios, insatisfechos de una vida espiritual raquítica, se negaron a sobrevivir, a ser habitantes de cuevas o de cavernas, a estar subyugados por el enemigo, rompieron con el sistema y se lanzaron en Dios para alcanzar la verdadera vida que Cristo vino a traer a todo aquél que cree.

Si vamos a ser parte del cambio, debemos renunciar a lo oculto y vergonzoso, no andar con astucia ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios.  2ª Corintios 4.  2.  Ser auténticos, andar sin fingimiento y ser lo que decimos que somos.  Esto es así para adentro y para afuera de la iglesia.

Amado, no permitas que empaqueten como mercancía de cambio, tú no estás ni en alquiler ni a la venta, ya tienes dueño, el que te compró con su sangre en la cruz del Calvario  es a quien perteneces.  No dobles tu rodilla ante nada ni ante nadie, arrodíllate ante tu Señor y Salvador.  No te dejes llevar por la gran multitud, que según hemos leído las grandes multitudes suelen ir para atrás.  Dios no va para atrás, Dios va para adelante.  Camina con Dios, enamórate de Dios y no de metodologías y estratagemas de hombres que se disfrazan como un camaleón para mantener la atención de gente que on a imagen y semejanza de ellos.  Tú eres de esa gente que está llamada para traer el cambio. ¡Camina hacia tu destino de gloria!