4. dic., 2017

AGRADAR, ¿A quién?

Las Sagradas Escrituras nos enseñan que debemos hacer: No lo que nos agrada, sino aquello que agrada al prójimo.  Con el fin de edificarlo, de hacerle bien.  Romanos 15.  1, 2.
A su vez, se nos plantea un dilema; si agradar a los hombres o agradar a Dios.  Gálatas 1.  10.
Cristo es nuestro mayor ejemplo; Él no se agradó así mismo, sino a Dios.  Por la prioridad de agradar a Dios, no solo no se agradó a sí mismo,  sino que tampoco agradó  a la gente que tenía determinadas expectativas respecto a Él.
Hoy al igual que ayer, estamos frente a determinadas situaciones en las que al priorizar el agrado de Dios, desagradamos a nuestros amigos, o colegas, o la institución con la que estamos comprometidos.  Y no pocas veces, fallamos al Señor,  por no entrar en polémicas, o problemas que se vuelven interminables y que nos distancian el uno de los otros.  No nos animamos a pagar el precio que como le aconteció al profeta Jeremías, tener a muchos en contra.
Si tenemos claro, sin ninguna duda, de lo que Dios nos pide hacer, con temor y temblor vamos por el único camino que tiene una persona fiel, íntegra, el de hacer la voluntad de su Señor.
Si hay un sentir, lo  sometemos al consenso; además,  hay un consejo bíblico, “que en la multitud de consejeros está la sabiduría”. Proverbios 11.  14.  Pero,    ¿Quiénes son los sabios que den sabiduría o seguridad respecto a lo que hay que hacer?  Fue el consenso el que pidió el becerro de oro, fue el consenso el que decidió volver a Egipto cuando Moisés se tardaba, fue el consenso el que decidió creer a los espías incrédulos enviados por Moisés a reconocer la tierra.  Hubo tiempos en que el pueblo de Dios tenía doscientos sabios que aconsejaban, y aunque eran muchos, con todo, aún así no era el consenso, eran los sabios los que daban guía.
El pueblo de Dios no tiene otro camino que andar en lo profético, en primer lugar porque la profecía bíblica es la guía divina para su pueblo.  1ª Pedro 1.  19 – 21.  Además, el Espíritu Santo es el que nos da guía y nos hace saber las cosas que van a venir.  S.  Juan 16.  13.
"Cuidado con el consenso.  Lo profético no busca el consenso, busca agradar al Señor.  El o los servidores entrega(n) el mensaje y va(n) a realizar lo que Dios manda hacer".
Lo que Dios habla estará en boca de dos o tres testigos, habrá gente con capacidad espiritual para confirmar o no el mensaje que se ha recibido.  S. Mateo 18.  16; 2ª Corintios 13.  1.
Hay muchos intereses que distraen a los servidores de Dios de hacer la voluntad de Dios agradable y perfecta. Comprobar lo agradable se puede solo en la obediencia.  Romanos 12.  2.  Y ¿Cómo vamos a reaccionar frente a lo que nunca antes hemos oído, ni hemos visto y que ni siquiera alguien lo pensó algunas vez?  1ª Corintios 2.  9.  Tomemos como ejemplo nuestra historia más o menos reciente:
El  avivamiento Pentecostal en  todo el mundo, mucho se dijo en contra de lo que sin aprobar los excesos, fue algo que llevó a millones de personas a vivir las verdades divinas anheladas y esperadas por no pocos.
El Movimiento Carismático de Renovación en todo el mundo, de nuevo, sin aprobar los excesos, trajo un impulso poderoso a la vida de la iglesia y preparó el terreno para la evangelización restaurando la alabanza, la adoración y el discipulado a todo el pueblo de Dios.
El crecimiento numérico en las iglesias y de iglesias en la Argentina y casi todo Latinoamérica, Afrecha y Asia.  Ha habido y tal vez haya excesos todavía, pero no se puede negar que estamos viviendo a lo menos el principio de la gran cosecha.  Hay gente que mira esto con desconfianza, como si crecer fuera pecado, ya tenemos culpa los que crecemos menos o culpa los que crecemos más, y no faltan críticos a todo esto. Cuando Dios levantó ministros con manifestaciones poco vistas en el ministerio de la iglesia, hubo reacciones a favor y en contra por todos lados, pero, ¿Quién duda hoy del fruto, resultado de ese obrar de Dios?
Concluyendo esta breve reflexión y ante las puertas del obrar de Dios para este tiempo en y a través de la iglesia, digo como quien tiene Espíritu de Dios:
“No esperemos la aprobación de todos los que formamos el pueblo de Dios, de ser así, nunca agradaremos al Señor.
Con amor, temblor y temor santo vamos a agradar a Dios en obediencia a Su santa voluntad.
Pagando el precio si así Dios lo quiere.  Sin mesianismos, rechazando siempre todo espíritu de división, avancemos hacia la manifestación final del establecimiento del reino de Dios en toda la tierra.
Dios nos ayude a ser fiel a su mandato.  Siempre mantengamos el amor, el respeto y la educación.  Rechacemos de pleno el espíritu de la división, eso va en contra de la naturalezas de la iglesia.  Suframos el disenso si así tiene que ser, pero podemos disentir en amor. Si comprobamos la voluntad de Dios, nos queda un solo camino para recorrer.
J. J. Churruarin